jueves, 12 de diciembre de 2019

Nos pasamos de garantistas

El Derecho penal y procesal penal español resulta, desde mi punto de vista, mejorable. Siguiendo el principio de que la pena debe perseguir, ante todo, la rehabilitación del delincuente y su reinserción en la sociedad, se pierde de vista (a mi parecer) un elemento fundamental: que si al delincuente se le impone una pena, no es porque sí, sino porque ha hecho algo, ha cometido un delito (o falta), ha perjudicado a alguien. Es decir, que estamos olvidando a los perjudicados, la víctima en particular y la sociedad en general.
Nos encontramos así con el hecho de que el Tribunal Constitucional español (cuyo prestigio es tan descriptible como el aspecto del bosón de Higgs) votará una resolución que permitiría a Cocomocho ser presidente desde prisión. Es decir, que según fuentes jurídicas, el Rey Felipe VI tendría que firmar el nombramiento del susodicho aunque el interfecto estuviera encarcelado.
Que, dicho sea de paso, es donde debería estar. Después ya se vería si se le nombraba… o se tiraba la llave del calabozo por el retrete.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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