lunes, 30 de diciembre de 2019

Las purgas ya no son lo que eran

En los buenos viejos tiempos del comunismo, cuando alguien caía en desgracia se le purgaba: se le hacía una pantomima de juicio, se le fusilaba, se le condenaba a trabajos forzados o se le eliminaba, tanto física como fotográficamente.
Ahora, en estos tiempos más civilizados, tales métodos expeditivos no están bien vistos, y los gerifaltes comunistas deben limitarse a expulsar del partido a los desafectos. Y claro, un desafecto vivo es un desafecto capaz de hablar y dispuesto a hacerlo. Y si hablas se saben cosas.
Cosas como la existencia de irregularidades financieras y falta de limpieza en las consultas internas a la militancia (enorme sorpresa, pardiez). Cosas como que una obra que se licitó por 649.936 euros costó el doble. Cosas como que la calientacamas del jefe y el secretario de organización estaban al tanto de lo anterior y no dijeron nada. Cosas como que el partido recibió los presupuestos de los contratistas para remodelar la sede dos días antes de publicar la licitación.
Qué cosas, oye…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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