Hace
ahora casi medio siglo, dirigentes del Partido Socialista en Vascongadas
caminaban tras pancartas en las que se podía leer Gora Euskadi Askatuta. Cincuenta años después, con cientos de
muertos sobre la mesa, bastantes de ellos de entre las filas socialistas, las
cosas no han cambiado demasiado.
Tras
las pasadas elecciones regionales, los socialistas navarros prefirieron, en
lugar de unirse a la primera fuerza política de la región (Navarra Suma, esto
es, el centro derecha), coaligarse con todas las demás para conformar una
investidura Frankenstein. Entre estas
todas las demás se encontraba la
franquicia navarra de los asesinos de ultraizquierda, los del hacha y la
serpiente, los de la capucha y la boina… los del millar de muertos.
Por
más que la candidata (y actual presidente regional) jurara y perjurara que eso no
suponía claudicar ante los terroristas, éstos lo tenían muy claro, y muy claro
le dijeron que tendría que contar con ellos para poder sacar adelante sus
medidas de gobierno.
A
las primeras de cambio, la realidad ha demostrado quién decía la verdad y quién
mentía, porque la socialista ha invitado a los terroristas en su ronda de contactos para aprobar los presupuestos regionales.
Blanco
y en botella…
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