Al
final, la ecolojeta coñazo consiguió
cruzar el Atlántico y llegar a tiempo para la cumbre del clima que se celebró
en Madrid. Pero mientras llegaba, tanto ella como los empresarios ecopijos en cuyo catamarán navegaba
estaban, según propia confesión, helados y desesperados por llegar a España.
Vamos
a dejar el hecho de que hay estudios que dicen que es imposible que la
embarcación haya podido realizar la travesía por medios completamente ecológicos
y no contaminantes. Vamos a dejar de lado esas fotos en donde la adolescente
aparece con su madre sentada sobre un caro sillón de piel, o comiendo alimentos
que vienen envasados en antiecológicos plásticos. Si fuera malo, hablaría de la
incoherencia flagrante que suponen tales hechos, o de que la niña estaría mejor
asistiendo a clase, que es lo que le corresponde.
Pero
como no lo soy, me limitaré a señalar que ya les dije que vinieran por Siberia.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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