miércoles, 10 de febrero de 2016

Polichinela

En principio, esta entrada debería haberse producido dentro de unos días (creo). Sin embargo, la informática volvió a jugarme una mala pasada y el archivo en el que voy anotando las noticias a comentar desapareció por tercera vez (llevábamos varios meses tranquilos), y la última copia de seguridad tenía más de un mes, con lo que he tenido que reconstruir (en la medida de lo posible) el listado de marras.
A lo que vamos. La semana pasada, el Viernes concretamente, un grupo de titiriteros representó una obra en la que se apuñalaba a un policía, se violaba a una monja, se ahorcaba a un juez y aparecía un cartel en el que decía Viva Alca-Eta (tengo que reconocer que esto último me ha costado, si es que en efecto he dado con el sentido: sería, creo, un juego de palabras entre los terroristas vascos y los islámicos). Como el público mayoritario de la obra estaba formado por niños, sus padres reaccionaron como deben reaccionar unos padres responsables y los sacaron de allí, para a continuación presentar una denuncia en comisaría que acabó con los artistas puestos a disposición judicial y pasando la noche en el calabozo.
Hasta aquí, los hechos. A partir de aquí, las reacciones y los despropósitos:

  • Parece ser que inicialmente la obra aparecía en la web del ayuntamiento como apta para niños, pero que (como quien dice) cinco minutos antes de empezar cambiaron de idea y la calificaron como para adultos. Según algunos, el ayuntamiento conocía el contenido de la obra y sabía que era para adultos; según otros, no sabía de qué iba la obra. Si lo primero, malo, por malvados; si lo segundo, peor, por inútiles.
  • La concejal de cultura, una ocupadora de inmuebles devenida político, interpuso una denuncia contra los titiriteros. Pasado el fin de semana, pidió retirar esa misma denuncia. ¿Cuándo obró bien, al principio o al final?
  • Doña Rojelia evitó respaldar a la antedicha concejal (en bastantes charcos se ha metido ya y, por otra parte, a lo mejor todavía no se ha enterado de qué va la cosa; como viaja tanto…), pero criticó al juez por rigor excesivo. Algo nada extraño viniendo de alguien que no hace tanto tiempo sostenía que las nueve décimas partes de la población reclusa debería estar en la calle.
  • El PSOE criticó algo la obra, pero luego siguió apoyando a los neocom y arremetió contra el PP porque, según ellos, el motivo de la denuncia era tapar la vinculación de Esperanza Aguirre con la trama púnica. No, si ahora la culpa de todo el lío la tiene la oposición municipal.
  • Junior –que no hace tanto decía que en política, cuando se comete un error, no hay que pedir perdón, sino dimitir- dijo que el ayuntamiento de Madrid ha actuado de manera impecable, y comparó a los titiriteros con el nobel Darío Fo. La verdad, no sé yo quién debería sentirse más ofendido por la comparación.
  • Los titiriteros, en su escrito de defensa, tiran de referencias, desde Shakespeare y Dostoievski hasta Rambo. Además, sostienen que la citada agresión sexual representada no es a una monja como por error sostiene el autosino a una bruja. Por lo visto, cuando una mujer se dedica a la nigromancia, no es punible el que sea forzada sexualmente (todavía estoy a la espera de que el gremiofeminazi diga algo al respecto; pero mientras tanto, iré haciendo otras cosas).
  • La bruja Piruja, en su afán de ser perejil de todas las salsas, y cargó contra la derecha vengativa, molesta según ella por haber perdido las elecciones. En Cataluña no sé, pero en Madrid y en España ha sido la derecha la que ha ganado; otra cosa es que una asociación de perdedores les haya arrebatado el poder.
  • Los antisistema (cada vez menos anti y más sistema, vista la composición de las corporaciones municipales más importantes de España) (el distrito madrileño, no la ciudad norteafricana) al grito de titiriteros libertad. Mientras, la extrema izquierda (casi parecería que de consuno con el grupo municipal socialista) calificó a los delincuentes de víctimas. Así pues, si unimos las dos cosas, la culpa de escándalo es de quien no gobierna y el que comete el delito es la víctima.
  • Los populares, despojándose por una vez de ese complejo que siempre parece atenazarles (veremos lo que les dura la cosa), han anunciado que denunciarán a la concejal por colaboración en un delito de enaltecimiento del terrorismo. La edil, mientras, se aferra a la poltrona (con lo cómodo que se está ahí) y ha destituido al director artístico que programó el espectáculo de títeres (si hubiera sido un éxito de crítica y público, ya se habría apresurado a atribuirse todo el mérito, seguro).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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