jueves, 28 de diciembre de 2017

Catetonia en estado puro

En las elecciones municipales celebradas en 2.015, la lista más votada en el ayuntamiento de Barcelona fue la neocom encabezada por la bruja Piruja. De esto no estaba demasiado seguro (pensaba que, como mucho, habrían sido los segundos), pero me he ido a Internet para consultar los datos antes de ponerme a escribir la entrada.
A pesar de ello, obtuvieron poco más de una cuarta parte de los escaños: once sobre cuarenta y uno, con uno de ventaja sobre los (todavía) de Convergencia y Unión (luego serían algo así como Divergencia y Dispersión, sobre poco más o menos), y cosa de un dos y medio por ciento de votos más. En cualquier caso, insuficientes para gobernar en solitario (como en el resto de los municipios españoles de una cierta relevancia, gracias a Dios y a D´Hont), por lo que tuvo que recabar apoyos de los ierreceos, los Clicks Unidos de Playmobil y ¡cómo no!, los suciolistos del maricatalino. Es decir, de todos menos los convergentes, los naranjitos y los populares; para lograr, así, una exigua mayoría (de veintiún escaños contra veinte) que le permitiera obtener el bastón de la alcaldía.
Desde entonces, y visto desde fuera (y con mirada sucia, que dirían en Los Serrano), la gestión municipal de la segunda ciudad de España ha sido, por decirlo claramente, francamente mejorable. Desde dedicarse a gestos escénicos (como el Padrenuestro blasfemo) hasta ahuyentar al turismo con tasas y restricciones hoteleras, pasando por la negativa a colocar bolardos que pudieran dificultar atentados terroristas (y ya se vio lo que pasó), la imagen de progreso que Barcelona ofreció al mundo con motivo de los Juegos Olímpicos (y no olimpíadas, que eso son el periodo de cuatro años que media entre unos juegos y otros) –progreso logrado, no se olvide, con la ayuda y el apoyo del resto de España- se ha ido deteriorando lenta pero inexorablemente.
Así las cosas, cuando el PSOE apoyó, en el Congreso de los Diputados, la aplicación del artículo 155 tras el golpe de Estado del 1 de Octubre –Piruja todavía no se ha enterado de que, a efectos prácticos, PSOE y PSC son dos cosas distintas-, la actriz reconvertida en activista reconvertida en alcaldesa rompió el acuerdo de gobierno con los socialistas y se quedó en minoría.
En una de esas frases que tan bien se les dan a los políticos –y si son de izquierdas, ni te cuento-, el maricatalino dijo que Piruja puede ser la alcaldesa, pero no es la líder que Barcelona necesita.
Y tú tampoco, Miguelín. Y tú, tampoco.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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