domingo, 31 de diciembre de 2017

La culpa es de cualquiera, menos suya

Siguiendo con las similitudes entre necionanistas e izquierdistas (similitudes que, repito, son extrapolables a la práctica totalidad de los políticos que en el mundo han sido, son y serán), está la de hacer responsables de los errores, fallos, desaciertos o desgracias a cualquiera menos a ellos mismos.
Desde el España nos roba hasta la conjura judeomasónica, unos y otros siempre han echado la culpa de todo lo que sale mal a los otros, mientras que los éxitos siempre son fruto de la habilidad, el talento y (maldita palabreja) hasta el carisma de los propios.
Cuanto más extrema es la ideología, más extremadas es esta tendencia. Para Alfonso Guerra, España se equivocó cuando, a finales de los años setenta, no votó mayoritariamente al partido de la mano y el capullo en el que él era vicetodo. Para Junior, una especie de revolucionario de pitiminí (pero, no nos engañemos, con más peligro que un mono con un barril de nitroglicerina si llegara al poder), la culpa de despertar lo que él llama el fantasma del fascismo es del independentismo.
No puede negarse que los españoles, hartos de que les toquen las narices a ellos y a los símbolos patrios una panda de aprovechados y demagogos, han reaccionado afirmando la pertenencia a ese algo superior a ellos mismos que es España. Pero también es cierto que los neocom han ayudado algo más que una miaja, con los ataques al himno, la bandera, los toros y hasta las procesiones de Semana Santa en Sevilla.
Por otra parte, los que no dejan descansar en paz al fantasma del fascismo son ellos, a los que no se les cae de la boca y al que sacan a pasear cada dos por tres.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: