viernes, 15 de diciembre de 2017

Toma nísperos

Uno –es decir, yo- podría haber llegado a pensar que había agotado los adjetivos calificativos –negativos, por supuesto- que aplicar a los golpistas catalanes. Pero ¡quiá!, hete aquí que, como decía Superratón, no se vayan todavía, aún hay más.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la lengua, farisaico es, en primera acepción, propio o característico de los fariseos y, en segunda, hipócrita (así, directamente, sin anestesia ni nada). Fariseo tiene, según el mismo diccionario, cuatro acepciones, a saber: seguidor de una secta judaica que aparentaba rigor y austeridad, pero eludía los preceptos de la ley y, sobre todo, su espíritu; perteneciente o relativo a la secta de los fariseos o a sus miembros; hipócrita (hale, otra vez); y, finalmente, hombre alto, seco y de mala intención o catadura, aunque aclara que esta última acepción está en desuso. Finalmente, hipócrita es alguien que actúa con hipocresía, siendo esta última el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
Viene todo esto a cuento de las declaraciones del estrábico con sobrepeso que, tras ser enviado a la cárcel, declaró que dedica los días en prisión a la reflexión y, afortunadamente como católico, a la oración. Ya que estamos, y dejando aparte que milita en un partido en el que uno de sus líderes pretéritos, al que homenajean año sí, año también, se jactaba de que en Cataluña no quedaban curas, frailes ni monjas porque se los había cargado a todos, debería reflexionar sobre cómo ha incumplido varios de los mandamientos, como por ejemplo el octavo: ese que dice no dirás falso testimonio ni mentirás.
Es sólo una sugerencia…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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