miércoles, 7 de febrero de 2018

Dios y el César

La Iglesia católica catalana, o al menos una parte no despreciable de su jerarquía, hace ya tiempo que dejó de ser etimológicamente católica (esto es, universal) para pasar a ser única, radical, exclusiva y excluyentemente catalana.
Y dentro de esta iglesia nacionalista catalana no ocupa una parte poco importante el monasterio benedictino de Montserrat, que con demasiada frecuencia hace manifestaciones bastante poco espirituales y sí, en cambio, demasiado materiales. Es el caso de la última noticia, por la que se ha conocido que los monjes del citado monasterio ruegan a Dios por el restablecimiento del gobierno catalán. Quizá alguien debería explicar a los reverendos padres (allí, en lo alto de la montaña, puede que no se hayan enterado bien) de que el gobierno catalán, legal y legítimo, existe; porque ese por el que, supongo, elevan sus preces a Dios se saltó a la torera la legalidad internacional, nacional y regional, y por ello fue suspendido. Salvo que, a lo mejor, por lo que rueguen sea por que los legisladores regionales recuperen el buen sentido (se restablezcan) y elijan a un presidente del consejo de gobierno que actúe dentro del ordenamiento jurídico vigente.
Y mientras, el huido, el prófugo, el sujeto de corte de pelo inefable, más pegado aún a los asuntos materiales (los principios y las soflamas están bien, pero no dan de comer ni pagan los alquileres), ha solicitado a la Mesa de la asamblea legislativa regional que tramite de urgencia el abono de las subvenciones por los resultados electorales. Al fin y al cabo, los dos millones que exige no se ven todos los días, y menos desde Bruselas.
Se ve que no le atrae la propuesta ierrecea de ser presidente de una asamblea de electos. Otra cosa no, pero en la Cataluña secesionista las asambleas las hay a cascoporro: la regional establecida en la Constitución, la sediciosa y sedicente asamblea nacional y, ahora, esta otra.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: