viernes, 23 de febrero de 2018

Feminazismo

Según la frase atribuida a Winston Churchill, un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. A esta acertada definición podría añadírsele un estrambote: un fanático intentará salvarte de lo que él considera la perdición, aunque tú no quieras.
Así, los cristianos en general fueron fanáticos hasta, más o menos, la llegada de la Ilustración (que se lo digan a los ejecutados por las distintas confesiones cristianas). Los musulmanes actuales en general, y los fundamentalistas en particular, son fanáticos. Los comunistas de todos los tiempos son fanáticos, tanto en lo que hace al estrambote como a la primera parte de la definición, por más que la realidad se empeñe en demostrarles lo errado de sus postulados. Y esa parte de las feministas denominadas feminazis son fanáticas, pues están tan dispuestas a condenar a los varones en bloque como a salvar a las mujeres de aquello que el feminazismo califica de errado. Y lo peor es que muchos, acomplejados y para que no les llamen machistas, se pliegan a los postulados.
Así ha ocurrido con el caso de las azafatas en eventos deportivos. Desaparecieron de las competiciones ciclistas, y ahora es la Fórmula 1 la que ha decidido sustituirlas por niños (por lo visto, explotar mujeres es algo que está mucho más feo que explotar menores de edad, al menos para las feminazis). De nada sirve que aquellas que envían al paro –esto es, las azafatas- se opongan a esta medida y señalen que trabajan libremente como tales, o que señalen que las feminazis asuman que si una mujer es guapa, es indefectiblemente tonta (curiosamente, la inmensa mayoría de las feminazis son feas hasta decir basta): hay que salvarlas y se las salva, aunque ellas no quieran.
Lo mismo ocurre con los llamados vientres de alquiler. Supongo que las feminazis consideran que eso cosifica (hay que ver cómo les gusta la palabrita) a la mujer. No les importa que esas mujeres señalen que las feministas no son nadie para prohibirles hacer felices a los demás y a sí mismas.
Aunque en principio no estoy demasiado a favor de la llamada maternidad subrogada, estoy de acuerdo con el postulado anterior. Si hay que prohibir los vientres de alquiler, que sea por razones de fuste, no por consignas aplicadas a la fuerza.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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