sábado, 22 de diciembre de 2018

Lo escrito permanece

Al hilo del titular Ana Pastor expulsa a Rufián tras una bronca tabernaria en el Congreso aprovecho para reflexionar sobre un tema al que llevo tiempo dándole vueltas: el de borrar del diario de sesiones tales o cuales expresiones.
En teoría, el diario de sesiones buscaría reflejar fielmente todo lo acontecido durante las sesiones de una cámara parlamentaria (en el caso que nos ocupa, el Congreso de los Diputados español). Pero si empezamos a quitar cosas, ¿dónde parar? Porque claro, si quitamos el golpistas dirigido a los golpistas, habrá que quitar el fascistas que éstos profirieron en represalia; y si se quita esto, habrá que quitar la bronca posterior, puesto que las broncas no surgen de la nada, y menos de una paz tan seráfica como la del diario expurgado; quitada la bronca, habrá que quitar también la expulsión de los diputados golpistas, ya que ¿cómo explicar que se les ha expulsado por algo que, según el diario, no habrían hecho? Y si no han sido expulsados, no han abandonado sus escaños ni han desfilado camino de la salida, por lo que –salvo que tengan unos pulmones más prodigiosos que los de un cantante de ópera- no habrán podido escupir al ministro de Asuntos Exteriores de España; si no hay gargajo, los golpistas se ciñen a la verdad (según el diario) cuando niegan el escupitajo (aunque que digan que se defienden queda un poco cojo, porque -según el diario- nadie les ha atacado), y el gobierno no queda mal por no defender al (no, según el diario) escupido.
Pero, si nada de lo anterior ha tenido diariamente lugar, ¿a santo de qué Sin vocales pide a Casado y a Rufián –nunca un apellido estuvo tan bien puesto- que se disculpen por el gapo y por qué dice que sobre todo tienen que hacer una reflexión los grupos mayoritarios sobre el nivel de crispación en la cámara? Sobre todo porque él, que yo recuerdo, aún no ha pedido disculpas por el insulto a Rajoy en el debate electoral televisado.
Para colmo de males, cuando la presidente de la cámara baja se comparó a sí misma con una institutriz, las representantes del gremio (del gremio de institutrices, no del de presidentes de cámaras legislativas) le saltaron (metafóricamente) al cuello a doña Ana, señalando que su profesión no es un insulto ni es machista.
Luego me enteré que cuando algo se borra del libro de sesiones lo que se hace es ponerlo entre corchetes. Pero, para entonces, tenía la entrada prácticamente armada, así que…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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