viernes, 28 de diciembre de 2018

Predicar y dar trigo

Hace un mes, una mujer sexagenaria se suicidó cuando iba a ser desahuciada (inmobiliaria, que no médicamente). Hasta aquí, nada fuera de lo habitual (entiéndaseme, no es que sea una situación deseable pero, desgraciadamente, no es infrecuente).
Mientras gobernaba la derecha, la ultraizquierda montaba algaradas en contra de los desahucios y culpaba a las instituciones de las desgracias que acontecían. Pero hete aquí que, una vez ocupadas esas instituciones que antes tanto denostaban, parecen haberse olvidado de aquellos a los que decían defender. Porque, ¿qué otra explicación tiene el que, al parecer, la futura desahuciada acudiera al ayuntamiento de Madrid y nadie se preocupara por ella? O, como dice un portavoz (o no, que sobre eso hay discusión) de la Plataforma de Aprovechateguis de las Hipotecas, nadie asumiera que había una situación de riesgo que había que atender.
Como dice el dicho, prometen hasta que se meten, y una vez se han metido… adiós a lo prometido.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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