Esta
entrada ha tenido varios títulos posibles hasta alcanzar el definitivo,
decidido, como quien dice, justo antes de ponerme a escribirla. Y es que el
refranero castellano es muy sabio.
El
primero de esos títulos fue No es exacto.
Surgió cuando, tras leer el titular (Acusan a la feminista Leticia Dolera de despedir a una actriz por estar embarazada),
y contra mi costrumbre, decidí leer la noticia. Ni era acusada (al menos, en el
sentido jurídico del término) de nada, ni la había despedido por estar embarazada. Simplemente,
debido al estado de buena esperanza de la actriz, había decidido prescindir de
sus servicios.
Los
títulos dos (Antes se coge a un mentiroso
que a un cojo) y tres (Antes se coge
a un hipócrita que a un mentiroso) vinieron el uno del otro en pos, y no
tardaron mucho en dar paso al cuarto y definitivo. Son el resultado de todas
las idas y venidas que ha traído la noticia, y se resumen en que las llamadas feministas (a las que podríamos llamar feministas de salón si el más gráfico
epíteto de feminazis hiere
sensibilidades exacerbadas) en que ese grupo de fanáticas vociferantes hacen,
llegado el caso, exactamente lo mismo que haría un varón en idénticas
circunstancias. Sólo que, en su opinión, ellas hacen lo único razonable,
mientras que el varón lo hace por ser un machista heteropatriarcal (y, si me
apuras, hasta falócrata).
Es
decir, que la Leti, en cuanto tuvo la
capacidad de tomar decisiones, se comportó como el más desalmado de los empresarios (varones, por supuesto). Ante la avalancha de críticas que le cayó encima, intentó ofrecer
todo tipo de excusas; todas ellas muy razonables, y los que en el fondo somos
gente razonable podemos entenderlas perfectamente. El problema es que Dolera
jamás ha atendido al contexto cuando los acusados son otros. Especialmente cuando
los otros son varones.
Su
hipocresía incoherente (o su incohetencia hipócrita, aunque ambos conceptos
suelen ir de la mano) quedó más de manifiesto cuando la actriz afectada
manifestó su punto de vista, que divergía en algunos puntos importantes con los
de la despedidora (para más inri, parece que la serie era, en palabras de la propia
Clotet, marcadamente
feminista
y planteaba la dificultad de ser mujer y
madre en esta sociedad); cuando otras actrices que se han encontrado en casi
ide´nticas circunstancias han encontrado más comprensión; o cuando Dolera, para
acabar de rizar el rizo, adujo que despidió a Clotet tras darse a ella misma el papel de embarazada (vamos, porque lo dice ella y punto). En resumen,
feminismo, sí… pero la pela es la pela.
Y
es que, parafraseando a Tywyn Lannister, una feminista que lo es de verdad no
tiene que estarlo proclamando continuamente.
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