sábado, 31 de julio de 2021

Femitontas del culo

Una de las cosas que se dice de los giliprogres es que bastaría con dejarlos a su aire para que en un par de generaciones se extinguieran. En efecto, dado que -según ellos- son partidarios del aborto, de la eutanasia y de las uniones homosexuales (que son, por definición, infértiles), a no mucho tardar se diezmarían ellos solos.

Valga esta introducción humorística para dar entrada a la, valga la redundancia, entrada de hoy. Que versa sobre las que, cuando empezaba el mes que ahora termina, eran las conspicuas representantes de las dos corrientes del feminismo en la actualidad: el que podríamos llamar clásico, y el que ha derivado en el feminazismo pero al que sus partidarios llaman queer (porque, entre otras cosas, más que enfocarse a las mujeres se enfoca a todas las demás sexualidades alternativas).

La adalid (¿adalida?) de la segunda corriente, la marquesa de Galapagar, la calientacamas (¿todavía?) del mamarracho alfalfa, la ágrafa legislativa (podríamos llamarla la legisladora Ciruela, tanto por el color de su formación como por su coincidencia con el famoso maestro del refranero), promovía una reforma de la ley del aborto (con la que quería liberar a las mujeres; es de suponer que, anclada como vive en el pasado más remoto, ignora que la despenalización parcial -porque el aborto, sobre ser siempre un crimen, sigue considerándose un delito; de lo contrario no se despenalizaría- se produjo ya en 1.985, cuando a ella le quedaban tres años por nacer) con la que quería eliminar, de un plumazo, los tres días de reflexión y la posibilidad de la objeción de conciencia de los médicos. Es decir, asesinato sin reflexión y por decreto.

En cuanto a la indocta egabrense, afirmaba que aboliría la prostitución (como si así fuera a acabar con el llamado oficio más viejo del mundo: si la norma configurara la realidad, no habría crímenes) y que quien piense que es una profesión, que dedique a sus hijas a hacer un máster.

Pues mira, Carmencita: lo mismo esas que tú quieres abolir sí que piensan que es una profesión, y por eso quieren sindicarse, seguridad social y lo que tienen los demás trabajadores.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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