sábado, 17 de julio de 2021

Proceso al proceso (230)

Hay muchas razones por las cuales detesto al Fútbol Club Barcelona. Todo arrancó con un partido de baloncesto entre el Barça y el Madrid, en el que los hinchas culés se dedicaban a llamar hijo de puta a Arvydas Sabonis. Como decía yo, dirigir ese epíteto a, por ejemplo, Dražen Petrović tendría una justificación, pero el pivot lituano se ha conportado siempre, dentro y fuera de la cancha, con una cortesía exquisita.

A partir de ahí, la cosa vino rodada, y que la entidad se sumara a las reclamaciones secesionistas (o que se dejara utilizar) por ellas no ha contribuido precisamente a minorar mi desprecio por todo lo rojiazul. Quizá influya el sesgo de confirmación, por el que miraré mal todo aquello que diga o haga alguien que me cae mal.

Lo más irónico es que, según Wikipedia, la letra del himno del Barcelona hace referencia al carácter abierto e integrador del club, con la intención de no diferenciar la procedencia geográfica de los seguidores donde lo que realmente importa es apoyar al equipo y lograr la unión por la fuerza azulgrana. Nada más lejos de la realidad, donde tanto directivos como algunos jugadores -charnegos incluso, como Javier Hernández- se dedican a denigrar a España y a los españoles.

A esto no ha sido ajeno el estríper aeroportuario, que utilizó la entidad como un trampolín para emprender una corta y poco exitosa carrera política, y que -otro vendrá que bueno te hará- ha vuelto a presidir la entidad dos veces salvada por Franco. En relación con los indultos, el susodicho ha declarado que se alegra por los indultos, porque le ilusiona el entendimiento.

Pues a ver si me entiendes, h*** d* l* g********* p***: si seguís por ese camino, no os va a apreciar ni el tato.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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