No por nada se aplica a la derecha
española (es decir, al Partido Popular; la extraparlamentaria no cuenta) el
apelativo de maricomplejines.
Prácticamente desde sus comienzos en la Transición, y salvo en contados
momentos y por contadas personas, ha renunciado a dar la batalla de las ideas y
ha optado por mantener un perfil bajo, creyendo que con una buena gestión –que
la hace, en general- es suficiente para obtener el voto de los indecisos que
son, al fin y a la postre, los que inclinan la balanza en uno u otro sentido,
puesto que los dos partidos principales suelen tener unos suelos bastante estables (aunque el PSOE parece últimamente
empeñado en excavar sótano tras sótano). En esta estrategia ha tenido,
probablemente, mucho que ver el sociólogo de cabecera de la cúpula de los populares, Pedro Arriola.
En aquellas ocasiones en las que el
Partido Popular ha tomado alguna iniciativa digamos populista, ha aparecido
como lo que era: una copia del original auténtico. CyU en Cataluña, el PNV en
Vascongadas… y ahora resulta que busca parecerse al partido de Junior en Andalucía. La última
ocurrencia del líder digital de los
populares andaluces ha sido proponer una renta básica. Es decir, no sólo no se
intenta acabar con el fraude monumental que supone el PER, sino que se busca
extender algo parecido a toda la sociedad. Demencial, porque ¿de dónde va a
salir el dinero?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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