Más que nada porque al mentiroso, en
general, baste con darle cuerda para que se ahorque él solito. Así ha sucedido
con los secesionistas catalanes, facción convergente (los republicanos de
izquierdas quizá no sean más inteligentes, pero sí más astutos, porque procuran
mantener la boca cerrada).
Así, CyU manifestó que creía que con un 55% por ciento a favor de los sufragios emitidos bastaría para proclamar la independencia, siempre que se superara el 50% por ciento de participación: es
decir, que con que un 27,5% del censo (¡ni siquiera uno de cada tres!)
manifestara su deseo de separarse de España, sería suficiente.
Pocos días después quedó clara la
razón de semejante desfachatez: entrevistado por la CCN, Arturito Menos se mostró desconcertado cuando le preguntaron para
qué quería la independencia. A continuación, reconoció que ni la mitad de los catalanes desea la independencia. Si la entrevistadora hubiera sido un poco
astuta, le habría preguntado Pero, señor
presidente, al menos un veintisiete y medio por ciento la querrá… ¿o ni
siquiera eso?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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