Nunca me ha quedado demasiado claro si
en el famoso refrán uno de los dos materiales es bueno y el otro malo, o no lo
es ninguno de los dos y viene a ser un trasunto práctico del también conocido de todo hay en la viña del señor.
El caso es que, en la pugna por
hacerse con la secretaría general del PSOE, ganó el aparentemente menos malo de los tres, ya que ni es (o no parece ser) un venao
como el escandinavizado Madina ni tampoco sus ideas son tan extremas como las
de Tapias.
Como la mayoría de los líderes del
PSOE últimamente, y retomando el aserto fraguiano
de que un socialista es alguien capaz de
sostener una postura y la contraria y afirmar que ambas son ciertas y
progresistas, el ahijado político
de Susana Díaz ha afirmado cosas contradictorias. Así, dentro de la línea
general de decir que va a cambiar el PSOE para cambiar España, no ha tenido empacho en declarar que llevará el
partido tan a la izquierda como quiera la militancia, al tiempo que señaló que el discurso de Podemos nos lleva a la Gran
Depresión y que Pablo Iglesias pretende construir un proyecto imposible.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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