Por fin terminó el mundial de Brasil.
De los cuatro semifinalistas, se lo llevó casi quien yo prefería –lo de Holanda
es casi por lástima, tres finales y ningún título-, que venció a quienes de
ningún modo yo deseaba que ganara: Brasil quizá, como mal menor (lo de Alemania
en ese partido no fue un rodillo, fue una apisonadora), pero de ninguna manera
Argentina y el enano hormonado. Sí, ese al que al final del campeonato le
dieron el balón de oro al mejor
jugador; cómo sería la cosa que ni él pensaba que se lo mereciera…
Lo que ha demostrado este mundial con
respecto a España no es que el tiki-taka esté
acabado –los alemanes han hecho algo parecido-, sino que es necesario tener un
plan B, una segunda opción, algo que hacer si el planteamiento inicial no sale.
Y España no lo tenía. Básicamente, porque Del Bosque no ha sido nunca un buen
entrenador; un buen gestor de vestuarios quizá, pero nada más. ¿Cómo va a ser
un buen entrenador alguien que dice que no tenía fuerza moral para dejar fuera a jugadores que tenían mejor
historial que forma física? Porque un entrenador –y más un seleccionador
nacional- es alguien capaz de dar un puñetazo en la mesa cuando es necesario.
¿Cómo va a ser un buen entrenador que en el único partido que ha ganado España
–contra Australia… ya les vale- sustituye a Villa y luego va y dice que no sabía que era su último partido?
Señor marqués, eso lo sabía hasta el último de los españoles; será cruel
decirlo, y hasta políticamente incorrecto, pero con cosas así uno se pregunta
si quien tiene una discapacidad intelectual es Del Bosque padre o Del Bosque
hijo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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