Molestos (indudablemente) por el
manifiesto de Libres e iguales, la izmierda española también ha querido
parir lo que en su caso es un panfletito. Y en lugar de defender el carácter de
España como patria común e indivisible de todos los españoles, han optado por
ceder a las presiones de los secesionistas, creyendo que así les aplacarán
(cosa que nunca ocurre), y andan a vuelta con la martingala de un estado federal.
Lo que es un completo sinsentido. Para
empezar, porque en algunos sentidos España ya es más federal (en el sentido de
las cuotas de poder concedidas a las entidades territoriales infraestatales)
que algunas naciones federales; Alemania, por ejemplo.
Pero, sobre todo, porque una
federación se construye, por así decirlo, de abajo hacia arriba. Esto es, una
pluralidad de entidades distintas se unen en otra superior, a la que ceden
parte de sus competencias: el caso paradigmático serían los Estados Unidos de
Norteamérica. Y lo que propone esta panda de gaznápiros (caso que sepan qué es
lo que proponen, cosa que, la verdad, dudo bastante) es hacerlo de arriba hacia
abajo. Es decir, un solo país (España) se parte en trozos que luego vuelven a
unirse. ¿Y quién nos asegura a nosotros que algunos de esos trozos van a querer
volver a unirse? En igualdad de condiciones con los demás, por supuesto, porque
una federación es un pacto entre iguales…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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