Crecido en el medio televisivo, todo
lo que rodea al partido de Junior tiene
que ser mediático. Lo cual no evita que, eliminada esa variable, sus
actuaciones sean exactamente iguales a las de esa casta (sección izquierdosa, claro) de la que dice abominar.
Así, preguntado por los asesinos de la
banda terrorista vasca de ultraizquierda, ha respondido que el terrorismo de ETA tiene explicaciones políticas. Es decir, y haciendo abstracción, que para algunos la violencia
tiene justificación si se produce en según qué circunstancias y proviniendo de
según quiénes (de los suyos, claro).
En una conferencia celebrada en el
Hotel Ritz (pero qué sitio más humilde y poco elitista, Junior) le reprocharon su apoyo a la dictadura venezolana. El que
lo hizo parecía saber de qué hablaba, puesto que tiene familia allí. Y no es
que fuera sospechoso de ser de la derechona,
puesto que se trataba del camarero que en una de las últimas algaradas de los indignantes se encaró con las fuerzas
del orden para defender a los delinquidores que se habían refugiado en el local
en el que trabajaba. ¿La respuesta de Junior?
Que el nunca ha asesorado a nadie para que mate o torture (lo malo es que nadie
ha dicho eso, Junior; sólo que asesorais y apoyáis a gente que mata y tortura, pero al parecer si vosotros
no os mancháis personalmente las manos, no pasa nada…). ¿La de sus partidarios?
Amenazar al camarero, que ha tenido que dejar su puesto de trabajo…
Y en cuanto al europarlamento, de
vergüenza ajena. Primero, los periodistas (extranjeros, oiga, nada de la
canallesca patria) se dedican a aplaudirle (al fin y al cabo, es una estrella
televisiva, casi un colega y, desde luego, lo que a ellos les debe gustar llegar a ser...). Y luego, en su primer discurso, sobrepasa en mucho el tiempo concedido.
Como un Fidel Castro que se hubiera implantado la barba en la nuca…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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