Un diario deportivo alemán afirmaba hace dos
semanas que José Guardiola entrenaría al Manchester City a partir de 2.016.
Desde mi punto de vista, eso significaría otro peldaño en el descenso de la
consideración como entrenador que el calvo melifluo todavía mantiene.
Guardiola tuvo la inmensa suerte de contar con dos
factores a su favor durante su estancia en el Barcelona: un jugador capaz de
desequilibrar él solo los partidos, siempre y cuando el equipo jugara para él
(en eso, Messi parece haber cambiado, para bien del Barcelona… cachislamar); y
una generación de jugadores de la cantera en su momento óptimo, capaces de
desarrollar un tipo de juego que había nacido en la selección española gracias
a un entrenador de Hortaleza y de jugar para el antedicho desequilibrante.
La prueba de lo que digo es que a ese sedicente (y
sedicioso, pero esa es otra historia) mejor equipo del mundo se le podía
neutralizar cuando se desactivaba al enano
hormonado (o cuando él se desactivaba solito). También lo demuestra el
hecho de que ese equipo ha seguido cosechando éxitos (en menor medida, de
momento, aunque este año ya llevan cuatro títulos de cuatro, y me parece que el
quinto será el más fácil de todos, salvo que los leones recuerden cómo se ruge) con otros entrenadores y con
variaciones en el sistema de juego o en las alineaciones.
El rapado hipócrita, en cambio, sólo tiene un
sistema de juego, el que aprendió a las órdenes del flaco holandés y el que aplicó copiando a Zapatones. Cuando ha ido al Bayern de Múnich, ha pretendido aplicar
ese mismo sistema. Pero fuera de la esquinita nororiental de la península
ibérica no le ríen las gracias con tanta facilidad, y no todos los jugadores,
ni todas las aficiones, ni todas las directivas, son capaces de soportar un
sistema de juego diseñado para aburrir a las ovejas y que no siempre parece
tener como objetivo el gol. Como dijo el charnego después de recibir siete
goles en dos partidos, lo importante era que ellos habían tenido más posesión
del balón. Con triunfos como esos, Pirro llevó a su imperio a la ruina. El
independentista no ha sido capaz aún de igualar los éxitos de su predecesor, y
en dos años sucesivos ha sido eliminado en Europa por equipos españoles.
Y si el Bayern es un equipo acostumbrado a ganar (más
aún que el Madrid o el Farça) y que
no pivota sobre la cantera, el City es un conjunto hecho a través de talonario
puro y duro. Con una chequera casi tan ilimitada como la del Chelsea de
Abramovich, Guardiola tendría que conseguir uno de tres improbables: o amoldar
el conjunto a su sistema de juego, o cambiar dicho sistema, o aprender a
fichar.
Porque si hay algo que quedó patente durante los
años de Guardiola en el equipo culé es que no sabía fichar. O adquiría
auténticos paquetes, o conseguía figuras que antes que después salían tarifando
del equipo y llamándole de todo menos bonito. Uno de ellos, el sueco Zlatan
Ibrahimovic, que no se caracteriza precisamente por no tener pelos en la
lengua, acaba de declarar que Guardiola es buen entrenador pero mala persona.
Yo, que tampoco tengo pelos en la lengua, y menos
en el teclado, no estoy de acuerdo con el sueco. Simplemente, no sé si
Guardiola es peor entrenador que persona o viceversa.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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