Hace unos días hablaba de las medidas que la –más
que flamante, inflamada- recién estrenada alcaldesa de Barcelona había tomado
en el mes escaso que lleva apoltronada en el puesto. Y parte de esas medidas
las ha tomado cuando el Jefe del Estado se encontraba de visita en la Ciudad
Condal.
En dicha visita, Su Majestad el Rey se mostró especialmente efusivo con quien estaba a punto de afrentar el efigie a su Real
padre, al tiempo que ignoraba (majestuosamente, podríamos decir) al presidente
de la Generalidad, que días antes le había visitado en su lugar de trabajo para
explicarle cómo piensa cargarse la patria común e indivisible de todos los
españoles, y que había hecho exclamar al monarca, según dice el famoso
minorista de anchoas, que la situación era irreconducible.
Arturito
Menos –que no soporta que nadie sea más que él-, se tomó el real desaire
poniendo cara de menos amigos todavía que de costumbre (lo cual ya es decir
bastante). Pues nada, si le jodió, olé por Su Majestad.
Que ya está bien de ir de panolis por esa esquinita del Noreste de España,
carajo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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