Cuando esta mañana he ido a comprar la prensa, me
he encontrado con que habían salido las llamadas revistas del corazón (aunque, dados los temas que tratan, deberían
apuntar a otras vísceras situadas dos o tres palmos más abajo y algo más
centradas). En una de ellas –Semana,
creo que era- aparecía Bárbara Rey diciendo Nunca he sido la amiga entrañable del Rey.
Vamos a pasar por alto que los Borbones (y las Borbonas) tienen fama de ser ligeros de
cascos y aficionados a buscar compañía fuera del lecho conyugal. Vamos a pasar
por alto que ha corrido con insistencia la especie de que la ex vedette, ex
domadora consorte y ex actriz ha sido la amante de llamado rey emérito, o una de tantas. Vamos a pasar por alto que el decir
eso cuando nadie la ha preguntado demuestra que la especie es cierta, o que
ella anda muy necesitada de dinero para venir ahora con esas, o ambas cosas a
la vez. Pasemos todo ello por alto.
Lo que no se puede pasar por alto es que el llamar amiga entrañable a lo que toda la vida se
ha llamado querida, amante o, como me han dicho en la tienda de periódicos, ser más puta que María Martillo (aunque
lo más probable es que la tal María fuera una mujer de lo más decente con una
mala fama completamente infundada e inmerecida), es algo que resulta de una
cursilería francamente vomitiva.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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