El llamado socialismo científico (es decir, el comunismo) tiene el gran problema de que
realiza sus análisis con una idea preconcebida (algo bastante poco científico,
la verdad), con lo que lo más habitual es que dichos análisis yerren de manera
flagrante.
Así, por ejemplo, Marx pronosticó que la primera
revolución obrera tendría lugar en la industrializada Gran Bretaña; no se
equivocó por mucho, apenas unos miles de kilómetros, porque dicha revolución
tuvo lugar en la esencialmente agraria Rusia. Su heredero intelectual, Vladimir Illich Ulianov, dijo que el primer
país comunista de Europa Occidental sería España; nuevo yerro, gracias a Dios,
aunque no será porque las izquierdas españolas, siempre tan democráticas ellas,
no lo intentasen.
La antisistema
instalada en el sistema, la Bruja Colau,
quería limitar las plazas hoteleras en Barcelona. Probablemente quería reducir
una de las principales fuentes de ingresos de la ciudad condal, si no la más
importante, porque como pretendía que el Ayuntamiento crease una moneda propia,
la necesidad de divisas se le antojaba superflua.
Pero la realidad es testaruda, y aquella que nunca
fue desahuciada porque nunca ha tenido un piso se ha visto forzada a recular (qué
espanto me produce ese verbo asociado a semejante personaje) y dejar que la Torre Agbar sea un hotel.
No te preocupes, Adita: seguro que los
barceloneses, incluso los relativamente pocos que te han votado, te lo
agradecerán. Esperemos que con una buena patada en el tafanario a las primeras
de cambio.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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