En la mayoría de los partidos políticos, más aún en
los españoles, las disensiones aparecen cuando no se disfruta del poder. Si no,
que se lo digan al PSOE, cuya única argamasa unificadora es el poder: en el
momento en que dejan de disfrutarlo, afloran los cuchillos que han permanecido
envainados mientras se estuvo en la poltrona.
Pues bien, los neocom
son, en cierto modo, una especie de excepción a esta regla casi invariable. Unidos
como una piña en torno al líder carismático en la fase de crecimiento del
partido, ha sido empezar a tocar poder y aflorar las disensiones. Supongo que
porque, mientras que el aparato
quiere seguir controlándolo todo, los emergentes barones regionales y locales aspiran a tener su parcelita, mayor o
menor, de capacidad de decisión. Y en un partido ultraizquierdista como es
Podemos, sólo se puede decidir en el sentido que establezca la cúpula del
partido; cualquier disensión, cualquier discrepancia, incluso la mera sombra o
sospecha de la misma, abocará al discrepante a ser depurado. En una democracia burguesa, eso conduce a la expulsión del
partido; en una popular, a la
expulsión de este mundo… y no precisamente rumbo al espacio exterior.
Todo este prolegómeno lo he escrito simplemente al
leer el titular de que Podemos se rompe en Cataluña. No sé por qué mientras lo escribo (luego leo que han criticado duramente a sus anteriores partidos [la nueva plataforma está hecha a base de escindidos de otros grupos de la izquierda radical], calificándolos de proyectos personalistas, basados en la puesta en escena mediática y con unas bases de afiliación escasas que apenas participan en las principales decisiones), ni me importa lo más mínimo. Sólo puedo decir que me alegro profundamente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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