Uno podría pensar que, tres cuartos de siglo
después de la Guerra Civil, y con Franco más tiempo muerto que en la Jefatura
del Estado, el asunto de cambiar el callejero por cuestiones ideológicas
debería haberse acabado.
Pero no. Ha sido llegar los neocom al poder y –además de liarse a colocar a toda la patulea de
parientes, amiguetes y demás… pero de eso escribiré otro día- empezar a hablar
de eliminar nombres de calles con supuestas connotaciones franquistas… aunque,
en algunos casos, se trate de personas que no tuvieron nada que ver con el
régimen instaurado por el Generalísimo. Básicamente, porque murieron antes de
que el mismo surgiera.
Entre ellos se encuentra Vázquez de Mella. Es uno
de esos sujetos que, ni siquiera bajo tortura, habría sido capaz de decir quién
fue, qué hizo o por qué merecería ser recordado dando su nombre a una vía
pública. Si hubiera tenido que aventurar, habría dicho que se trataba de un
descubridor, un conquistador o un marino de siglos pretéritos.
Pues no. Resulta que el sujeto fue un carlista de
finales del siglo XIX y principios del XX. Tenía una plaza en Madrid, en
Chueca, creo. Y digo tenía porque ya
no la tiene: doña Rojelia se la ha quitado y se la ha dado al recientemente fallecido Pedro Zerolo. No voy a entrar si el venezolano devenido canario
devenido madrileño merece o no tener su nombre en el callejero (personalmente,
creo que no, o al menos no más que muchos que lo merecen mucho más que él,
valga el retruécano), pero… ¿tanto habría costado hacerle un hueco sin expulsar
a nadie?
Pues parece que sí, y que la cosa no acabará ahí.
Porque doña Rojelia ya ha dicho que no retirará el retrato del Rey, pero sí cambiará las calles. A modo de modesta sugerencia, y si fulmina al aviador
franquista capitán Haya, me permito sugerirle que de su propio nombre a dicha calle.
Así, en lugar de hablar de las putas de Capitán
Haya, hablaríamos de las putas de Manuela Carmena. Lo que, quizá, a algunos nos
sonaría hasta apropiado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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