domingo, 1 de noviembre de 2015

Duelo de vendeburras

El título de esta entrada responde a lo que pensé cuando me enteré de que Junior y Rivera iban a debatir en el programa que el follonero presenta en La Secta. Aunque desde ideologías distintas, ambos políticos tienen en común que pertenecen a una clase nueva (en España) de políticos, que utilizan los medios de comunicación como forma principal de transmitir sus mensajes.
Dicho lo cual, se acaban los parecidos (bueno, salvo en lo de que los dos reconocieron haber hecho pagos en negro... pero ¿quién no, en España?). El catalán será un producto excelentemente presentado (que es lo que acabo de decirle a mi padre antes de sentarme a escribir esta entrada), pero es un tío preparado, que sabe de lo que habla y cómo decirlo. El neocom, en cambio, no es más que un demagogo, un faltón, un histérico, un grosero… en definitiva, un mamarracho (que es también lo que acabo de decirle a mi padre).
Así las cosas, no es extraño que el de Ciudadanos aplastara, según la mayoría de los medios y expertos (los inexpertos, es decir, sus correligionarios –los de Junior- se quejaron de que Rivera no dejaba explicarse al de la coleta –lo que cabría considerar como un favor, porque cuando un comunista se explica, la caga- y no paraba de interrumpirle… que, en cualquier debate, es precisamente lo que hacen los de izquierdas) a un contrincante que, según leo en internet, demostró, una vez más, su profunda ignorancia sobre economía. Pero es que (como apunté cuando tomé las notas para esta entrada), vamos a ver, que es un co-mu-nis-ta…
Aprovecho además esta entrada para comentar la visita de Junior al lugar al que espero que vuelva cuantas veces quiera, pero siempre de visitante, nunca para quedarse. Me preguntaba yo de qué hablarían. Pues ya lo sabemos: no importa. Junior fue a hacerse la foto, dar la nota, entregar unos regalitos (que parece haberse convertido en su marca de fábrica… con lo que gana de eurodiputado, bien puede permitírselo)… y demostrar lo maleducado, grosero y zafio que es: cuando uno va a ver al Presidente del Gobierno de España, lo menos es ponerse una chaqueta (los izquierdosos parecen considerar la corbata como una prenda excesivamente derechosa, así que renuncio), sentarse como Dios manda, no cruzar las patas y no enseñarle la suela del zapato al interlocutor.
Pero vamos, lo que natura non da, Salamanca non presta…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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