El
título de esta entrada responde a lo que pensé cuando me enteré de que Junior y Rivera iban a debatir en el programa que el follonero presenta en La Secta. Aunque desde ideologías
distintas, ambos políticos tienen en común que pertenecen a una clase nueva (en
España) de políticos, que utilizan los medios de comunicación como forma
principal de transmitir sus mensajes.
Dicho
lo cual, se acaban los parecidos (bueno, salvo en lo de que los dos reconocieron haber hecho pagos en negro... pero ¿quién no, en España?). El catalán será un producto excelentemente
presentado (que es lo que acabo de decirle a mi padre antes de sentarme a
escribir esta entrada), pero es un tío preparado, que sabe de lo que habla y
cómo decirlo. El neocom, en cambio,
no es más que un demagogo, un faltón, un histérico, un grosero… en definitiva,
un mamarracho (que es también lo que acabo de decirle a mi padre).
Así las
cosas, no es extraño que el de Ciudadanos
aplastara, según la mayoría de los medios y expertos (los inexpertos, es decir, sus
correligionarios –los de Junior- se
quejaron de que Rivera no dejaba explicarse al de la coleta –lo que cabría
considerar como un favor, porque cuando un comunista se explica, la caga- y no paraba de interrumpirle… que, en cualquier debate, es precisamente lo que hacen
los de izquierdas) a un contrincante que, según leo en internet, demostró, una vez
más, su profunda ignorancia sobre economía. Pero es que (como apunté cuando
tomé las notas para esta entrada), vamos a ver, que es un co-mu-nis-ta…
Aprovecho
además esta entrada para comentar la visita de Junior al lugar al que espero que vuelva cuantas veces quiera, pero
siempre de visitante, nunca para quedarse. Me preguntaba yo de qué hablarían. Pues
ya lo sabemos: no importa. Junior fue
a hacerse la foto, dar la nota, entregar unos regalitos (que parece haberse
convertido en su marca de fábrica… con lo que gana de eurodiputado, bien puede
permitírselo)… y demostrar lo maleducado, grosero y zafio que es: cuando uno va
a ver al Presidente del Gobierno de España, lo menos es ponerse una chaqueta
(los izquierdosos parecen considerar la corbata como una prenda excesivamente derechosa, así que renuncio), sentarse
como Dios manda, no cruzar las patas y no enseñarle la suela del zapato al
interlocutor.
Pero
vamos, lo que natura non da, Salamanca non presta…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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