Probablemente,
el último fichaje estrella de Junior (uno
que, de momento, aún no se le ha estrellado,
porque ante el aparente hundimiento del hasta no hace tanto pujante navío,
algunas ratas están abandonando el buque, mientras que otras –el grupo de aparatchnik que lo dirigen- se mantienen aferradas con uñas y dientes) no fuera uno
de los que lamentaran la retirada ignominiosa del lema que podía divisarse
desde la academia de suboficiales de Talarn, en Lérida.
Porque
alguien que es más leal a la titular del Ministerio de Defensa que a España,
alguien que no tuvo reparos en vender la gestión interesada que el Gobierno
socialista hizo de la guerra de Afganistán (es decir, negar de forma tajante
que se estuviese en un conflicto bélico e intentar hacer calar en la opinión
pública que las tropas españolas estaban en una misión meramente humanitaria),
alguien que se avino a pagar un rescate a unos piratas aun cuando se había
mandado a la zona un grupo de la Fuerza de Guerra Naval Especial para que
asaltase el barco pesquero y liberase a la tripulación de la embarcación que
permanecía retenida por los piratas, alguien que propone resolver el problema de Cataluña con política y no con la Ley... alguien
así, en suma, que ha hecho su carrera en los despachos y no con la tropa, no
puede tener unos principios demasiado acendrados.
Salvo
el de medrar a toda costa, claro está.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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