Que Cataluña
era una sentina de corrupción, un sumidero de podredumbre, una tangentópoli al hispano modo, era algo
harto sabido en la piel de toro, incluso proclamado en sede parlamentaria con cifras
y porcentajes precisos y ajustados. Nada que les diferencie, en suma, del resto
de la clase política española, sólo que corregido y aumentado por el
consentimiento del resto de España en aras de la llamada gobernabilidad.
Sin embargo,
la peste debe haber sobrepasado las más altas cumbres de los Pirineos y las
miasmas se extienden por Europa. Sobrepasados también los Alpes, en la
república germana (¡Alemania, qué gran país!, como diría el niño del reloj) parecen haberse percatado de la situación, y no
dudan en calificar al separatismo catalán de mafia.
Y es
que la famiglia es la famiglia… aquí y en la China Popular, que diría aquél.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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