No
cabe atribuirle mucho tino a aquel sujeto que en el curso de una campaña
electoral se arranca a perpetrar un bailecito al objeto de pretender hacerse
más simpático a aquellos que no le tienen, ni nunca le tendrán, simpatía
alguna. Claro, que menos tino cabe atribuir a aquellos otros que realizan la
misma maniobra con idéntico objetivo y parecidos resultados.
A lo
que iba. Este sujeto, cabeza de lista de los socialistas en Cataluña, ha
tendido la mano a Arturito Menos si,
dice, abandona el secesionismo. Es de suponer que pretende postularse como una
alternativa razonable al grupo de exaltados de Chancleto y sus colegas.
De lo
que no se da cuenta es de que Mas no podría, aunque quisiera, abandonar el
secesionismo y seguir en el poder. Ha avivado tanto los fuegos independentistas
que ahora, si pretendiera apagarlo, perecería (políticamente hablando, se
entiende) en el intento, arrasado por aquellos a quienes alimentó (qué floridas
me están quedando las metáforas en esta entrada).
Y es
que, ante los chulos, sólo hay una salida digna (y eficaz): plantarse.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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