Con el
asunto de los atentados terroristas, el problema (interno) de Cataluña había
pasado a un segundo plano estos días. Sin embargo, sigue ahí. Y es un problema
tanto para España en general como para Cataluña en particular, y hasta diríamos
que para los causantes del problema en concreto.
En efecto,
la humillación de Mas ante la CUP (y más que habrá de hacerlo si quiere que los
antisistema le den su apoyo siquiera momentáneo) está causando crisis tanto en
el partido de Arturito como en la
coalición electoral con la que concurrió a los (de momento) últimos comicios
autonómicos.
En cuanto
a lo primero, parece que destacados miembros de Convergencia le han pedido que
frene el proceso separatista y convoque nuevas elecciones. No sé yo, visto la
tendencia imparable hacia la irrelevancia parlamentaria que ha caracterizado
las sucesivas elecciones convocadas por el individuo de mandíbula cuadrada con
cada vez menos intervalo entre ellas. Es cierto que, vista la frecuencia, y
como dirían los catalanes, ahora toca,
pero podría ser que lo que tocara fuera… a muerto.
Por lo
que hace a Juntos por el sí pero ya no,
supongo –y esto, para variar, es conjetura personal, en lugar de la de algún
analista pagado- que lo que ocurre es que, hasta ahora, Convergencia aparecía
como el nacionalismo moderado,
mientras que IRC era el nacionalismo fetén,
el que estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias sin importar
el precio. Sin embargo, cabe pensar que su apoyo a los sucesivos gobiernos
autonómicos, socialistas o convergentes, les ha aburguesado un tanto, y ahora serían las CUP la vanguardia del
nacionalismo, los custodios de las esencias independentistas. Dicho de otra
manera, si Mas se somete a las CUP, los republicanos quedarían como moderados
(menos que los conservadores, pero moderados al fin y al cabo), con lo que lo
que han ganado por la derecha, desangrando a CDC, lo perderían por la
izquierda, vampirizados por las CUP.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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