El
día de ayer amaneció con la noticia de que el Ayuntamiento de Madrid había prohibido aparcar este Viernes en el centro de Madrid por la contaminación.
Nada que criticar, si no fuera porque el anuncio se hizo a las once de la noche
y a través de las redes sociales. Eso dejaría a personas, como mi padre, que no
usan las redes sociales, a expensas del azar si por casualidad tuvieran que
desplazarse en coche al centro de Madrid.
Que
no es el caso. Pero vamos, que las cosas se podrían haber hecho algo mejor…
Porque el que la medida es improvisada lo demuestra el hecho de que, aunque el
Ayuntamiento de la capital haya asegurado que la Policía conocía perfectamente
la aplicación del nuevo protocolo, la Policía lo niega, señalando que la propia alcaldesa lo desconocía (lo que, mira tú por dónde, tampoco es algo tan extraño
en doña Rojelia, que nunca se entera de nada y que cuando quiere precisar dice cosas como nada menos que una cantidad muy importante). Finalmente, el
Ayuntamiento ha acabado reconociendo que las restricciones al tráfico en Madrid
no sirven para nada –es decir, la esencia de cualquier actuación de la izmierda- porque la densidad de tráfico
apenas ha variado. Pero, eso sí, para doña
Rojelia la culpa de la precipitación en el anuncio es de Ana Botella.
Es
lo que pasa cuando pones a aficionados a encargarse de las cosas serias. Que la
cagan y echan la culpa a otro.
NOTA:
Esta entrada empezó siendo bastante breve. Sin embargo, la sucesión de
acontecimientos la fueron alargando hasta que, diez minutos antes de su
publicación, alcanzó una extensión decente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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