martes, 10 de noviembre de 2015

Copian todo

Hace años (un par de décadas, quizá) ya surgió el tema de gente que quería celebrar primeras comuniones laicas. Incluso Alfonso Ussía, en una de sus columnas, se permitió satirizar semejante sinsentido.
Ya se instauraron, hace tiempo, los llamados bautizos laicos (Cayetana Guillén Cuervo fue una de las primeras en perpetrar esa mamarrachada). Ahora, en Rincón de la Victoria, el Ayuntamiento (neocom, qué si no) piensa reglamentar las primeras comuniones laicas. Y como en este país siempre cabe un tonto más, ya hay quien se ha apuntado, porque su hija quiere fiesta sin misa. Vamos, lo que suele suceder con bastantes niños españoles, que lo que quieren es vestirse de marinerito (o de archipámpano de las Indias) y, sobre todo, recibir regalos; luego, de asistir a misa, si te he visto no me acuerdo. En cuanto a la hostia (porque en una comunión tiene que haberlas), los astutos munícipes no se han olvidado de ella: casi cien euros van a cobrar a todo aquél hortera que sea tan descerebrado como para celebrar una fiesta pagando al Ayuntamiento.
Pasen los bautizos laicos, porque no dejan de ser una presentación del neonato; pasen las primeras comuniones laicas, porque vienen a ser, o eso dicen sus defensores, un rito de paso de la infancia a la preadolescencia. Pero la última cretinez retroprogre se lleva la palma: los perroflautas del equipo de doña Rojelia proponen celebrar… ¡un Belén laico! Átame esa mosca por el rabo, porque uno no acaba de imaginar como puede conmemorarse el nacimiento del Niño Dios, pero sin el conmemorado.
En el fondo lo que late, como dice mi padre, es envidia. Pura y dura.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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