Nada
ejemplifica más las diferencias entre la vieja
y la nueva política, entre la casta y la gente, que las reacciones de una representante de cada una de
las dos posturas ideológicas.
Tomemos
primero a Rita Maestre, culpable (quizá no penalmente, pero sí factualmente) de
una ofensa a los sentimientos religiosos. Ella misma lo ha reconocido (aunque
ahora dice que no pretendía molestar a nadie desnudándose en una capilla
católica… me pregunto qué clase de catequesis recibiría en su infancia, si es
que recibió alguna), y además existen pruebas testificales y gráficas (aunque
desde Forrest Gump, uno ya no sabe si
fiarse o no…). Por fin, años después, se va a abrir la fase de juicio oral, y
la flamante concejal neocom (y colocadora de su familia, o de parte de
ella) se ha despachado diciendo que no sabe si dimitirá si es condenada (otra
cosa decían los neocom antes de
formar parte de las instituciones).
Luego
está el caso de Esperanza Aguirre, que lo ha sido todo en el PP madrileño y
bastante en el nacional. Aparentemente, no se ha pringado con la corrupción, aunque muchos rumores hayan apuntado la
existencia de intereses espúreos en su actuación política; pero es la doble
vara de medir, como en el caso de los dedos
de los neocom, que siempre apuntan al
candidato más cualificado aunque casualmente resulte ser el padre, hijo, pareja
o expareja y abortante de un feto engendrado en común. Sin embargo, asumiendo
(dice) la responsabilidad política in
eligiendo e in vigilando, ha presentado su dimisión como presidenta del PP madrileño. Bien es verdad que es
un gesto teatral, demagógico si se quiere, porque el congreso regional está a
la vuelta de la esquina y Aguirre ya había anunciado que no se presentaría;
pero es un gesto que no estaba obligada legalmente a realizar (moralmente sí,
probablemente) y que, sin embargo, ha realizado. Naturalmente, los neocom la han criticado, y reclaman que
dimita de todo y de todos sus cargos. Estos nunca están satisfechos: si la
derecha no hace lo que ellos dicen, porque no lo hace, y si lo hace, porque lo
ha hecho.
Pues
nada: busquen, comparen y decidan quién ha actuado con más elegancia, siquiera
cara a la galería. Yo lo tengo bastante claro, la verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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