martes, 16 de febrero de 2016

Cuestión de matices

Nada ejemplifica más las diferencias entre la vieja y la nueva política, entre la casta y la gente, que las reacciones de una representante de cada una de las dos posturas ideológicas.
Tomemos primero a Rita Maestre, culpable (quizá no penalmente, pero sí factualmente) de una ofensa a los sentimientos religiosos. Ella misma lo ha reconocido (aunque ahora dice que no pretendía molestar a nadie desnudándose en una capilla católica… me pregunto qué clase de catequesis recibiría en su infancia, si es que recibió alguna), y además existen pruebas testificales y gráficas (aunque desde Forrest Gump, uno ya no sabe si fiarse o no…). Por fin, años después, se va a abrir la fase de juicio oral, y la flamante concejal neocom (y colocadora de su familia, o de parte de ella) se ha despachado diciendo que no sabe si dimitirá si es condenada (otra cosa decían los neocom antes de formar parte de las instituciones).
Luego está el caso de Esperanza Aguirre, que lo ha sido todo en el PP madrileño y bastante en el nacional. Aparentemente, no se ha pringado con la corrupción, aunque muchos rumores hayan apuntado la existencia de intereses espúreos en su actuación política; pero es la doble vara de medir, como en el caso de los dedos de los neocom, que siempre apuntan al candidato más cualificado aunque casualmente resulte ser el padre, hijo, pareja o expareja y abortante de un feto engendrado en común. Sin embargo, asumiendo (dice) la responsabilidad política in eligiendo e in vigilando, ha presentado su dimisión como presidenta del PP madrileño. Bien es verdad que es un gesto teatral, demagógico si se quiere, porque el congreso regional está a la vuelta de la esquina y Aguirre ya había anunciado que no se presentaría; pero es un gesto que no estaba obligada legalmente a realizar (moralmente sí, probablemente) y que, sin embargo, ha realizado. Naturalmente, los neocom la han criticado, y reclaman que dimita de todo y de todos sus cargos. Estos nunca están satisfechos: si la derecha no hace lo que ellos dicen, porque no lo hace, y si lo hace, porque lo ha hecho.
Pues nada: busquen, comparen y decidan quién ha actuado con más elegancia, siquiera cara a la galería. Yo lo tengo bastante claro, la verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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