Cuando ayer cogí este libro, le dije a mi padre: menos
de doscientas páginas, interlineado generoso, tamaño de fuente grande, de
Stephen King… este libro no me va a durar nada. Menos que nada me ha
durado: si descontamos el tiempo que pasé dormido, apenas doce horas desde que
lo empecé.
Ésta es una de esas obras del autor de Maine que no conseguí en su día –lo tengo
prácticamente todo- y que, por no encontrar en una edición que no fuera de
bolsillo, no adquirí hasta fechas (relativamente: en Junio del año pasado)
recientes. Finalmente, me rendí y decidí que si tenía que tenerlo en edición de
bolsillo, ¡qué remedio, lo tendría en edición de bolsillo!
Como
es fácilmente deducible, es una historia de hombres lobo. De un hombre lobo,
para ser concretos. Estructurado en doce capítulos, uno por cada mes del año,
hasta llegado el otoño el lector no descubre quién es el licántropo (aunque hay
una pista un par de capítulos antes), y es en Noviembre cuando alguien que
lleva mereciéndose una lección desde Febrero –en puridad, desde años antes,
pero es en ese mes donde se cruza con el lector- la recibe.
Como
he dicho, una obra breve de King que se lee en un suspiro. Una obra de esa época
en la que, como él mismo reconoce, bebía demasiado (o escrita poco después). En
cualquier caso, un magnífico exponente del estilo de King (versión historias
cortas, que también las escribe… a veces).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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