Hace
diez días, Junior visitó a Su
Majestad en la ronda de audiencias que el Rey concedió de cara a proponer un
candidato a la presidencia del Gobierno. Como de costumbre, el neocom ignoró las más elementales normas
de etiqueta, protocolo y pura y simple educación y fue a ver al Jefe del Estado
en mangas de camisa… mangas que, además, llevaba remangadas.
A la
salida, y mientras Pdr Snchz a su vez
era recibido por Felipe VI, el de la coleta dio una rueda de prensa en la que
declaró que había transmitido al Rey su voluntad de formar gobierno con el PSOE. Saltándose la mínima prudencia en cuanto a lo que es una negociación
política, el muchacho expuso sus exigencias: la primera, convertirse en
vicepresidente (nada menos); la segunda, solicitar las carteras ministeriales
de mayor importancia en ese supuesto Gobierno de coalición, es decir, Política
social, Economía, Defensa e Interior, además de crear un ministerio de asuntos de plurinacionalidad que indicó
que debería recaer en una persona de la candidatura catalana de confluencia En Comú Podem, por ser la
fuerza que ha ganado los comicios en Cataluña.
Vamos
a pasar por alto la mamarrachada de no ponerse chaqueta y la grosería
(calculada) de imponer condiciones a aquellos con los que quieres formar
gobierno, y vamos a quedarnos con la incoherencia del personaje. Para empezar,
a alguien que quiere mejorar las condiciones de vida de la gente debería
interesarle controlar los ministerios económicos o sociales, pero no los
políticos: entregar Defensa e Interior a los neocom sería como poner a los zorros a cargo del gallinero, ya que,
además de merendarse a las gallinas, dejarían entrar a las serpientes para que
se comieran los huevos.
Luego,
apoya el hecho de reconocer a quien ha sido la fuerza más votada en Cataluña,
pero obvia dar el mismo reconocimiento a la fuerza más votada en España, mientras
busca apoyar a quien en su circunscripción no ha sido ni la primera, ni la
segunda, ni la tercera fuerza más votada.
Además,
el líder del partido morado exigió que las conversaciones con el PSOE sean televisadas, retransmitidas, de forma
pública y transparente. Es de suponer que no será por un deseo de dar
transparencia a la cosa, sino por las ganas que tiene de retransmitir urbi et orbe la humillación de la casta. Visto que al socialista le está
costando convencer a sus huestes, decidió apretarle diciendo que Quizá no nos quede más remedio que señalar
públicamente 'aquí es donde vamos a estar esperando'.
Tras
la segunda audiencia regia –de nuevo el mamarracho fue en mangas de camisa-, el
Leninín de la Complutense, que dijo
Jiménez Losantos, ofreció a Sánchez echarle una mano si se decide a enfrentarse con sus barones críticos; al cuello, es
de suponer, porque no alcanzo a ver de qué modo que no sea delictivo o
pecaminoso va a poder intervenir en el funcionamiento interno de un partido que
no es el suyo.
Además,
declaró que no apoyaría, ni por activa ni por pasiva, un Gobierno en el que estuviera Ciudadanos. Dejando aparte el
hecho de que la simpatía que siente por los naranjas es correspondida por
éstos, sus palabras muestran bien a las claras que lo que pretende no es, como
dice, regenerar la vida política –algo a lo que sí parece aspirar Ciudadanos-,
sino convertirse en la fuerza hegemónica de la izquierda para así, como dijo no
hace tanto tiempo, asaltar los cielos.
Este
tío tiene más peligro que un mono con una granada de mano, pero no se podrá
decir que disimule sus intenciones. El que le apoye lo hará sin engañarse,
porque habla bien clarito.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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