El que
Mariano Rajoy volviera a rehusar presentarse a la sesión de investidura ha
traído como consecuencia, entre otras, que empieza a oírse ruido de sillas en
el Partido Popular. Siendo como son (o suelen ser) estructuras monolíticas y
piramidales, cuando en un partido político español empiezan a moverse es señal
de que el que se encuentra en la cúspide puede dejar de estarlo a corto plazo. El
ruido ya se oyó en el PSOE, aunque el ansia que despierta el ligero
acercamiento al poder parece haberlo asordinado, y ahora se ha extendido de
Ferraz hasta Génova (total, con tirar bulevares adelante, llegas enseguida
aunque sea andando), donde algunos dan por descontado que Rajoy se irá si
Sánchez logra ser presidente.
En democracias
normales, sólo recuerdo dos casos,
ambos en Estados Unidos, en los que un máximo mandatario haya intentado volver
al poder. El primero, y el más antiguo, es el de Theodore Roosevelt, que, tras
ser presidente (el más joven de la historia de su país, JFK incluido; el de Massachusetts fue el más joven elegido
presidente, pero Teddy Roosevelt era
el vicepresidente de McKinley y cuando éste falleció pasó a ocupar la
presidencia a una edad más temprana que la de Kennedy al ser elegido) entre
1.900 y 1.908, volvió a intentarlo en 1.912, con uno de esos terceros partidos que nunca han tenido
mucho recorrido en EE.UU.: en su caso, tampoco. El segundo caso es el de
Richard Nixon, vicepresidente con Eisenhower y candidato republicano en las
elecciones presidenciales de 1.960 frente a, precisamente, Kennedy. Perdió,
pero volvió a intentarlo ocho años después y esa vez ganó.
En España,
el único caso en el que un presidente del Gobierno ha seguido en política tras
abandonar la Moncloa ha sido –de 1.975 para acá- el de Adolfo Suárez, que en su
segunda aventura política tuvo un éxito moderado y que en ningún caso tuvo
oportunidades de volver a encabezar el ejecutivo.
Mientras,
crecidito, Junior le exige a Pdr Snchz que negocie con los neocom o con Ciudadanos, pero no con ambos, y hasta se ha permitido , además de repartirse de antemano las carteras
ministeriales, señalar quiénes han de ocuparlas… las de su partido y las del
PSOE.
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