Los neocom en general, y su líder Junior en particular, tienen un afán de
protagonismo que no les cabe en el cuerpo. Quieren ser el niño en el bautizo,
el novio en la boda y, llegado el caso, hasta el muerto en el entierro. Por eso,
resulta bastante cómico (para los demás) observar su reacción cuando no se les
conceden sus caprichitos infantiles.
Me refiero,
claro está, al reparto de puestos en el hemiciclo en el que se sientan los
diputados. Con toda la intención del mundo, los socialistas han enviado a los
que se los quieren comer crudos al gallinero de la cámara. Una jugada en la
sombra –propiciada por la vicepresidenta socialista del Congreso, susanista confesa- de la que el
presidente del Congreso, Francisco Nadie,
quiso culpar a PP y Ciudadanos adjudicando la ubicación de la formación morada en
el hemiciclo a un diseño de la
vicepresidenta primera del Congreso, la popular Celia Villalobos. Un extremo
desmentido tajantemente por el PP, cuyo portavoz parlamentario, Rafael
Hernando, compareció tras la intervención de la tercera autoridad del Estado, acusándole
de mentir. El presidente miente, dijo
el portavoz que explicó que el PP se limitó a sumarse a un acuerdo alcanzado
por el PSOE y por Ciudadanos.
Estos
imbéciles no se dan cuenta de que la posición más arriba o más abajo es algo
meramente accesorio. Un diputado se significa por su trabajo, sus intervenciones
y sus palabras desde la tribuna de oradores. Pero, criados en el mundo
televisivo, los neocom conceden más
importancia a la imagen que a la sustancia.
Lo verdaderamente
triste es que hay muchos españoles que hacen exactamente lo mismo, y por eso
les han votado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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