miércoles, 3 de febrero de 2016

Pedro y su Iglesias

Como titulé la entrada de ayer, las noticias pronto se quedan obsoletas en estos días. El Martes, Su Majestad el Rey propuso a Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno de España. El susodicho (no el monarca, sino el otro) soltó un discursito entre pomposo e insoportable en el que, como buen socialista, la coincidencia con la verdad, de haberse producido, habría sido de casualidad.
El orador tuvo la desfachatez de decir que el Partido Popular era una formación cerrada al diálogo. Eso lo dice el que por activa, por pasiva y hasta por perifrástica, con reiteración y malos modos, ha declarado no tener nada que hablar, dialogar ni discutir con el partido más votado en las últimas elecciones generales.
Con ese doblevarismo tan habitual en la izmierda, ha dicho que necesitará un mes para llegar a acuerdos que le den la investidura, cuando exigía a Rajoy que llegara a ese tipo de acuerdos en una semana. En esa ronda de contactos, el PSOE se ha mostrado más próximo a Ciudadanos que a los neocom. Quizá porque éstos, con ese estilo prepotente de perdonavidas que se gastan, no han perdido ocasión de sacudirle zurriagazos dialécticos al presidenciable: que si parece un jefe de Estado con esa ronda de contactos (a ver si quieren que los acuerdos se alcancen por vía telepática o similar), que si es un hipócrita porque intenta vender algo que no tiene (aquí sí que aciertan de pleno)…
Y mientras Pedrito, pasito a pasito, se aproxima a La Moncloa… o al precipicio. Con España no hay duda: cada vez está más cerca del abismo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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