En
este sexto volumen de su saga marciana, parece que Burroughs intentó decantarse
un poco más que en las novelas anteriores por la ciencia que por la ficción;
aunque tampoco hay que asustarse, porque la manera de hacerlo fue poniendo a un
científico (una especie de polímata, aunque básicamente un cirujano) como uno
de los secundarios principales (valga el retruécano). También se describen
algunos procedimientos de trasplante de órganos, cerebro incluido, aunque sin
entrar en demasiado detalle: anestesio al paciente, le abro la cabeza, le
cambio el cerebro y le vuelvo a cerrar la cabeza.
Con esos
trasplantes se producía más bien un trasplante de cuerpo, puesto que era el
cerebro lo que daba la identidad –los recuerdos, la personalidad…- al
personaje. Y se trata precisamente de devolver su cuerpo al personaje femenino
lo que justifica toda la trama de la novela, la más larga hasta ahora de la saga.
Finalmente, la obra
vuelve a estar narrada en primera persona. Pero no por John Carter, que aparece
cuando faltan apenas media docena de páginas para el final, sino por otro
terrestre, Ulysses Paxton, que logra transportarse hasta Marte simplemente
deseándolo (o eso parece) tras haber tenido conocimiento de Barsoom gracias a
las novelas escritas por Burroughs, con lo que se crea una especie de Tierra alternativa
en la que dichas historias ocurren de
verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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