Vamos
a admitir que la bruja Piruja estaba
en lo de la plataforma de apoyo a los afectados por las hipotecas por pura
bondad de corazón. Es como los ricos que realizan labores de voluntariado,
solidarias y tal, aunque ellos nunca hayan pasado necesidad de ninguna clase. Bueno,
pues la alcaldesa de Barcelona lo mismo: ella, que nunca ha tenido un inmueble
a su nombre, y por lo tanto menos aún una hipoteca, se sintió conmovida por la
desgracia de aquellos que, asfixiados por la banca malvada y mercantilista, que
sólo piensa en el dinero, se veían en un tris de ser desahuciados y acabar en
la calle y –si tras semejante frasecita todavía seguís el hilo del discurso,
poneos una medalla- se lanzó a defenderlos.
Pero
¡ah!, la política hace extraños compañeros de cama, y la antigua actriz
devenida activista devenida alcaldesa devenida secesionista ha acabado
conchabada con lo peor de la casta –ya se sabe, la deresha- y, accediendo a una petición vecinal y del PP, ha mandado desalojar y tapiar un edificio municipal, lo que ha desatado las iras del movimiento ocupa.
Que no
se queje. En la Edad Media, a las brujas se las quemaba. Vivas…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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