Aparentemente,
y al igual que Ruiz Mateos, a Mario Conde la estancia en prisión no le sirvió
para reformarse, sino para perseverar en sus prácticas delictivas. Y, al igual
que al jerezano, han acabado cazándole y ha vuelto a dar con sus huesos en
prisión.
Igualmente,
tanto uno como otro parecen haber enredado en sus manejos a sus hijos, lo que
le hace preguntarse a uno si, además de si un criminal puede verdaderamente
rehabilitarse –lo sé, hay casos en que sí-, si no habrá un componente genético
en el tema.
Ya sabemos
lo que diría Cristina Pedroche, claro: si naces en Jerez o en Galicia, tienes
que ser un chorizo sí o sí. Lo que no sabemos (bueno, sí) es que pensarían
jerezanos y gallegos de la vallecana…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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