El quinto libro de la serie marciana de Burroughs
ofrece algunas novedades con respecto a los anteriores. Para empezar, el
protagonista: si en el cuarto era el hijo de John Carter, Carthoris, en este
volumen es la hermana de éste e hija de aquél, Tara, el personaje alrededor del
cual gira la acción, aunque se concede más atención al galán, Gahan.
Despreciado por la chica, el héroe opta por adoptar una identidad mucho más
humilde al reencontrarla y no ser reconocido, identidad de la cual ella caerá
irremisiblemente prendada.
Si en este aspecto la trama es cualquier cosa menos
original, en otros sí que hay que alabar a Burroughs. Para empezar, establece
una disquisición entre el puro intelecto y la pura emoción, concluyendo que en
el medio se encuentra la virtud. Por otra parte, personajes que comienzan como
villanos acaban del lado de los ángeles, caso del kaldan Ghek. También hay
algún personaje cómico, como el anciano taxidermista propenso a comenzar a
contar batallitas de los buenos viejos tiempos a las primeras de cambio.
En cuanto al modo en que Carter viaja entre la
Tierra y Marte, Burroughs sigue sin revelarlo, más allá de un ahora me ves, ahora no me ves…
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