Los
culés –jugadores, directiva, aficionados, base
social, el entorno todo- presentan una serie de características comunes que
les definen: soberbios a la vez que acomplejados, teatreros y victimistas, hipócritas
y mezquinos, groseros y cursis. Muy cursis.
Sólo
así se explica que justifiquen la propuesta ganadora para la reforma del estadio del Campo Nuevo (tiene delito, con cosa de medio siglo a sus espaldas…
y lo digo sin consultar datos) diciendo que la misma es abierta, elegante, serena, intemporal, mediterránea y democrática.
Pase lo de abierta y elegante; vale lo de serena e intemporal; admitamos hasta lo de mediterránea. Pero… ¿democrática?
¿Cómo carajos puede ser una obra arquitectónica –hasta un producto de cualquiera
de las artes, las seis clásicas o las indeterminadas modernas- democrática?
En cuanto
a lo de mezquinos, baste con citar los casos de las dos figuras más importantes
que ha tenido (hasta la fecha; el enano hormonado todavía está en activo):
Kubala murió olvidado, y los honores que se le tributaron fueron una vez
fallecido; en cuando al recientemente finado Johann Cruyff, debe ser el único
caso de un presidente de honor de un club que deja de serlo por decisión
propia, a causa de las desavenencias con la junta directiva.
Ahora,
hay un clamor popular para que se dé su nombre al estadio. Los culerdos
dejarán pasar la oportunidad: son así, está en su naturaleza y no pueden remediarlo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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