La
tragedia del asesinato del niño Gabriel Cruz a manos de la pareja de su padre
ha puesto de manifiesto, por si a alguno le quedara alguna duda, la miseria
moral de la izquierda española, que cuando el sectarismo y la realidad chocan
la culpa siempre es, para ellos, de la realidad, nunca del sectarismo y esto
ocurre tanto dentro del parlamento como fuera.
La
asesina (no presunta, sino confesa) del niño, de la cual ya había sospechas sobre su culpabilidad desde antes de su detención –lo que acabo de decir es una
perogrullada, no se detiene a nadie por asesinato si no se sospecha de él; lo
que quiero decir es que entre el surgimiento de las sospechas y la detención
transcurrieron varios días, sin que la dilación tuviera ninguna consecuencia
luctuosa en el sentido de que el niño murió al poco de desaparecer-, no es,
desde luego, ninguna joyita, sino más
bien todo lo contrario, una especie de –para simplificar- es prostituta
desplumahombres y posible infanticida. Un dechado de virtudes, vamos.
Pues
bien, a pesar de todo esto, miembros del mundo de la cultura como Lucía Echevarría declaran, y se quedan tan panchos,
que el padre del niño es responsable de su muerte. Criticada por esa
valoración, la escritora matizó que no lo consideraba culpable, pero sí
responsable por haber dejado a su hijo al
cuidado de una desconocida… obviando la circunstancia de que esa desconocida era la pareja del para ella
responsable. Conclusión: calladita estaba mejor (no más guapa porque eso es imposible; menos fea, quizá).
Luego
está la nauseabunda clase política de la izmierda.
A pesar de que asesinos confesos como el de Diana Quer dicen sin ningún empacho
que, aunque les condenen por homicidio, a los siete años ya estarían fuera (sin
que se aprecie arrepentimiento alguno), los representantes en la cámara baja de
suciolistos y neocom se niegan a retirar la petición de derogación de la llamada
prisión permanente revisable (denominación que constituye un oxímoron, puesto
que si es permanente no es revisable y viceversa; sería mejor llamarla, por mal
que sonara, prisión indefinida), ni
aunque se lo pidan los familiares de las víctimas de esas alimañas.
Según
los comunistas, porque no es la solución (habría que decir las comunistas, porque Junior
no tuvo los redaños de enfrentarse a los familiares de los asesinados y
prefirió enviar a su calientacamas). Según los de la mano y el capullo, porque
defienden la reinserción y porque no se puede legislar en caliente… obviando el
hecho de que hay monstruos que nunca jamás serán reinsertables, y que eso lo
demuestran los datos, fríos y escuetos: criminales excarcelados como
consecuencia de la derogación de la doctrina
Parot –otro favor que debemos al
sedicente Tribunal Europeo de Derechos Humanos-, singularmente violadores, han
reincidido en sus conductas abominables. Y aunque en el debate hicieron uso de
los muertos con el descaro que les es habitual, la portavoz socialista afeó a naranjitos y populares su oportunismo y electoralismo
al permitir que se debata en estos momentos de dolor. Es como lo de no celebrar
juicios a políticos en periodo electoral, por aquello de no estigmatizarles.
Otra
perla fue la de la alcaldesa de
Madrid, siempre tan comprensiva con algunos delincuentes. En esta ocasión –me gustaría
saber en qué asignatura de la carrera aprendió eso- declaró que la violencia está incardinada en el ADN dela masculinidad. Por esa regla de tres, la asesina de Gabriel era un
marimacho, poco más o menos, porque, al igual que, según ellos mismos, los de
izquierdas son genéticamente incapaces de cometer un delito, las mujeres parece
que serían genéticamente incapaces de cometer un acto violento.
El
remate lo volvieron a dar los socialistas, que en horas veinticuatro pasaron de
declarar que votarían a favor de la derogación de la prisión indefinida (me
parece que voy a utilizar esa denominación a partir de ahora, a ver si
prospera), a pedir, por boca de su ceceante portavoz parlamentaria, que la
votación fuera retirada del orden del día.
Según
algunos, lo hicieron preocupados por el daño que puede hacerle el debate: por eso
nunca seré político.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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