El
hipócrita melifluo que, para algunos, es el mejor entrenador del fútbol actual
(cuando lo que ocurre es que, o ha tenido suerte con una generación insuperable
de jugadores, o se he encontrado con una apisonadora ya formada –y aun así no
ha logrado igualar las marcas de su predecesor-, o tiene una chequera
prácticamente ilimitada para fichar jugadores… y ya sabemos que ese no es,
precisamente su fuerte), es un delinquidor.
Sé
que tan delincuente es el terrorista como su apologeta. Lo que no tengo tan
claro –ni ganas de mirarlo- si la apología del delincuente constituye un delito
en sí. Porque eso es lo que ha estado haciendo Pepito Meacolonia, defender a quienes cometieron el delito de
intento de sedición. Y además de defenderles por activa, ya que está de acuerdo
con ellos, lo hace por pasiva, jurando y perjurando que es gente que no ha hecho nada.
Menos
mal que en el Reino Unido se toman el respeto a la Ley un poco más en serio que
en esa esquinita de la piel de toro en que se encuentra Sampedor. Allí está
prohibido manifestar cualquier tipo de mensaje político durante los partidos de
fútbol. Como el calvo se empeña en llevar un lacito amarillo, la federación
inglesa le abrió un expediente hace un par de semanas, y ayer mismo saltó la
noticia de que le había impuesto una multa de veinte mil libras.
Para
algunos, esa cantidad es irrisoria. Con el pastizal que gana, el acusado de
doparse con nandrolona probablemente ni lo note en su economía. Pero lo
importante es el hecho de que le han multado. Y estoy seguro de que, si
persistiera o reincidiera en su actitud, la multa se reiteraría.
Porque
es lo que tienen los catetonios: sólo
obedecen cuando les tocas el bolsillo. Como ha anunciado que piensa seguir llevando el lacito en las competiciones europeas, sólo cabe esperar que la UEFA le de un toque donde más le duele (en el bolsillo) para que deje de llevarlo.
Eso... o que le eliminen a la de ya.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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