No
deja de ser irónico que esta entrada haya caído exactamente al día siguiente de
que Cocomocho diera, al fin, con sus huesos en la cárcel. Alemana, pero cárcel. Algunos podrán ver una relación de
causa a efecto entre lo que ahora comentaré y ese apresamiento. Yo prefiero en
que esto, de alguna manera, es una variante del dicho de que Dios castiga sin
piedra ni palo…
En
fin, a lo que vamos. Resulta que hace tres semanas, en un acto con empresarios
alemanes en Barcelona, el presidente de la asamblea legislativa regional
provocó una bronca. Acostumbrados a creerse el ombligo del mundo (no deben
saber que ese punto umbilical es Bilbao, je) y a que (hasta ahora) nadie les
tosa sus desplantes entre los Pirineos y Gibraltar, los empresarios germanos,
que son gente seria y con los pies en la tierra, le dijeron al secesionista de
todo menos bonito, de mentiroso a sectario.
Y,
para rematar, uno añadió que votaba porque todos los golpistas fueran a la
cárcel, lo que fue recibido con aplausos por la mayor parte de los asistentes.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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