Quizá
sea porque no han tenido, en general, que padecer durante cerca de medio siglo
el terrorismo de ultraizquierda que hemos sufrido en España. Quizá sea porque
odian o desprecian a nuestro país. Quizá sea por la desidia de nuestros
gobernantes de uno y otro signo, incapaces en general de hacer otra cosa que
inclinar servilmente la cerviz ante naciones más poderosas. O quizá sea porque
algunos jueces, cegados por su ideología, no son capaces de pensar con lógica
jurídica.
El
hecho es que el Tribunal europeo de Estrasburgo nos la ha vuelto a jugar. Primero
fue la derogación de la llamada doctrina
Parot, que sacó a la calle no sólo a terroristas, sino a otros asesinos tan
miserables como los de Anabel Segura y a violadores que, lejos de haberse
reformado, reincidieron en sus repugnantes crímenes apenas volvieron a pisar la
calle.
Y
ahora ha sido la condena a España por el supuesto maltrato infligido a los etarras que perpetraron el atentado en la
Terminal 4 de Barajas. Suponiendo que se les hubiera maltratado, lo cual es
mucho suponer, no sería sino una ínfima parte del sufrimiento que ellos
causaron a los familiares de los asesinados en su abyecto crimen.
Y
sólo suponiendo que se les hubiera maltratado, yo, de ser España, pagaría con
mucho gusto la condena. Lo consideraría un dinero bien empleado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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