Si
la gente votara pensando únicamente en su bolsillo, y no cegada por los
prejuicios y la ideología, los partidos de izquierdas no ganarían ni para papel
higiénico. Y esto lo digo teniendo en cuenta el último lustro, en el que el
partido en el Gobierno de España, a pesar de ser de derechas –huy, perdón, de centro reformista- ha practicado una
política económica y, sobre todo, tributaria, que pasaba ampliamente por la
izquierda a la practicada por los gobiernos de la mano y el capullo.
Tomemos
como muestra de lo que digo dos regiones, Madrid y Valencia. En la primera
gobierna el PP (aunque su líder sea
de las más rojas del panorama popular, lo que sólo le sirvió para ser
popular –sin cursivas- entre las filas izquierdistas mientras no gobernó;
porque, en cuanto comenzó a hacerlo, la pusieron a caer de un burro, al igual
que ocurrió con su antecesor en el cargo, muy jaleado por la izquierda cuando
se planteaba –sobre todo, por la izquierda y sus corifeos, más feos que coro- como
alternativa progre al aznarato y denostado una vez aparcó sus
más altas ambiciones políticas), y en la segunda el PSOE con el apoyo de los neocom. En la primera se ha bajado la
parte autonómica del impuesto sobre la renta y se bonifica el de sucesiones
entre hermanos y tíos y sobrinos. En la segunda, en cambio, han aumentado las renuncias a herencias tras la subida del impuesto de sucesiones.
Y
sí, he escrito regiones y no comunidades autónomas. Lo hice sin
pensar, pero cuando me di cuenta decidí no cambiarlo, porque el invento de las
autonomías se ha revelado nefando para la economía y la estabilidad nacionales.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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